LA DIETA DE LAS PROTEÍNAS


Bajar de peso no implica pasar hambre ni castigarse. He aquí un ejemplo de régimen que, asesorado por un nutriólogo, puede proporcionarle resultados sorprendentes.

Las proteínas son fundamentales para nuestra existencia: crean células y tejidos, intervienen en reacciones químicas como la digestión o la transportación de oxígeno, permiten el movimiento de los músculos y hasta tienen actividad hormonal.

Por si fuera poco, y para beneplácito de quienes desean bajar de peso sin privaciones, el consumo de grandes cantidades de proteínas hace que se movilicen los depósitos de grasa y activa la liberación de una serie de sustancias llamadas cetónicos, que estimulan al sistema nervioso e inhiben el apetito. De ahí que se ideara un régimen alimenticio que aprovechara esta cualidad, conocido como dieta de las proteínas. Incluye carne de res, pescado, huevos, crustáceos, mariscos y aves, así como requesón, queso fresco, leche y soya. Ya que busca disminuir los niveles de grasa, la única carne que suprime es la de cerdo y sus derivados.

Como fuente de energía (hidratos de carbono) se consumen verduras frescas o cocidas de hoja ancha: acelgas —sin tallo—, berros, coles, espinacas o lechuga, una o dos porciones diarias. Los vegetales crudos deben servirse en raciones aproximadas de dos tazas, y de las cocidas, con una es suficiente. Para sazonar una ensalada, hágalo con un máximo de dos cucharadas de aceite de oliva.

Los alimentos se prepararán a la plancha, hervidos o al horno, en tanto que la condimentación no presenta ninguna limitante. Si hay problemas de mal aliento, éste se erradica con facilidad masticando una hoja de menta o perejil, u otras que contengan clorofila (todas las que son verdes).

Gracias a esta dieta es posible bajar entre 400 y 800 gramos por día durante la primera semana, pasando a un ritmo más lento en la siguiente: uno o dos kilos en siete días. Si desea seguir la dieta, necesitará la asesoría de un médico o nutriólogo para que controle su desarrollo y le ofrezca variedad en los alimentos que ingiera, así como para que le recomiende los suplementos alimenticios más adecuados.

Un par de recomendaciones más: mientras realiza la dieta deberá practicar algún ejercicio al menos dos veces por semana, y tomar 2 litros y medio de agua al día, independientemente de la que bebe durante las comidas.

Si las porciones que se recomiendan a continuación no satisfacen su apetito, puede comer un poco más No obstante, no debe hacerlo en grandes cantidades, pues el hígado transforma el exceso en grasa. Finalmente, evite dulces, chocolate y harinas (tortilla, pasta, pan) así como refrescos y tabaco.

DIETA DE LAS PROTEÍNAS

Desayuno

* Café o té con leche descremada.
* Si tiene más hambre puede comer una rebanada de queso fresco o un huevo cocido.

* Almuerzo
* Yogurt o una ración de jamón o pastel de pavo.
* Té.

Comida
* Un plato de caldo de pollo, res o pescado con verduras.
* Carne de un solo tipo, sea res, pescado, crustáceos o mariscos. No están limitadas las cantidades, pero como referencia puede establecerse la medida de dos filetes de carne.
* Té o taza de café.

Merienda
* Té
* Si tiene más hambre, coma un poco de queso fresco.

Cena
* Un plato de sopa de verduras o ensalada.
* Elija entre pescado a la plancha, queso fresco, huevo o jamón de pavo.
* Antes de dormir puede tomar un té relajante (azahar, tila o naranjo).

Esta dieta no deben hacerla personas con problemas en riñones, hipertensión arterial, altos niveles de colesterol o ácido úrico en la sangre. Quedan también excluidas las personas con diabetes, las que presentan alteraciones mentales y embarazadas. La mujer posmenopáusica puede hacerla, sin olvidar la administración de suplementos de calcio.